“UN CORAZÓN TAN NEGRO”

Robert Galbraith

He terminado la lectura de esta extensa novela negra de J. K. Rawling quien, bajo seudónimo, ha publicado varias entregas de una saga que protagonizan Cormoran Strike y su socia Robin Ellacott, detectives privados con residencia en Londres.

Valga decir que la señora Rawling se ha distinguido a nivel mundial por su serie de fantasía dedicada a Harry Potter. No sobra añadir que su habilidad narrativa y su gran imaginación han conducido a los lectores a un universo fabuloso, muy hábilmente elaborado, que ha deleitado a muchos con su escueto enfrentamiento entre el bien y el mal.

No obstante, en este caso la temática abandona la mágica fantasía de Hogwarts y se orienta en el mundo real en el que, como todos sabemos habita toda suerte de individuos, seres comunes y corrientes con sus dichas, sus tristezas y sus diversos afanes de búsqueda que los llevan por sendas muchas veces oscuras y tortuosas.

Es en este contexto en el que se desenvuelve el quehacer de la agencia de detectives que se encarga de asistir a personas con necesidades varias y se esfuerza por arrojar un poco de claridad en sus vidas, frecuentemente aquejadas de sinsabores confusos que son causa de ingentes dificultades que vienen a perturbar su cotidiana existencia.

Si bien las investigaciones que lleva a cabo la pareja se centran en embrollos varios en los que los seres humanos nos vemos envueltos a menudo, en esta ocasión la autora ha considerado valioso el sumergirse en el efecto que las redes sociales han venido imponiendo en las vidas de los hombres y mujeres del siglo XXI.

A título de ser puntuales y rigurosos hemos de añadir que quienes ya cargamos cierta importante cantidad de primaveras a nuestras espaldas no hemos podido evitar el asombro que nos produce la forma en la que la tecnología se ha adueñado de nuestras vidas. La inmediatez de las comunicaciones, el raudo y expedito acceso a enormes cantidades de información, la posibilidad de expresarnos libre, directa y, sobre todo, si así lo deseamos, anónimamente a nuestros congéneres son concesiones que la realidad actual ha puesto a disposición de todos y que, en muchos casos pueden llegar a ser inquietantes.

Todo ello sin dejar de mencionar el hecho incontestable de que la primera gran víctima de esta nueva manera de comunicarnos ha sido la verdad. Realidades alternativas, ilusorias formas de vida, cuando no medias verdades, mitos y falacias de todo tenor, eso que la sabiduría popular ha dado en llamar posverdad,  pululan en ese universo cibernético, además de denuestos, injurias y ultrajes que siempre han sido parte de nuestra coexistencia, pero que ahora, como nunca antes, se lanzan a los cuatro vientos del ciberespacio, a la vista de todos, sin el menor reato de conciencia y aprovechando la sombra impenetrable que otorga el anonimato.

Otro ingrediente que subyace en el desarrollo de los acontecimientos de la novela es esa aparente urgencia de los jóvenes, no solo de distanciarse de los esquemas y valores sociales, (sin dejar de mencionar los ético-morales) de sus mayores, sino también de desconocerlos, ridiculizarlos y, aún, violentarlos con actitudes rebeldes, contestatarias y a veces extravagantes, que, al parecer, les proporcionan sentimientos de libertad, independencia y cierta forma, un tanto escabrosa, de realización personal. Como bien sabemos, esta tendencia tuvo sus inicios en la segunda mitad del siglo XX, caracterizada por la liberalidad sexual, el consumo de drogas y el desarrollo de maneras de vivir hasta entonces desconocidas, y ha ido escalando hasta alcanzar los ribetes inéditos de los que somos testigos hoy.

La autora se abstiene de emitir juicios de valor sobre los procesos de interacción de quienes se ven envueltos en el desarrollo de los acontecimientos de la novela. Se limita a exponer los sucesos de manera descarnada, concentrándose en el efecto y el alcance que, sobre cada uno de los personajes, sobre su estabilidad emocional y su equilibrio como miembros de la sociedad, puede llegar a tener el acceso ilimitado a las redes sociales y a la posibilidad de una libre y, hemos de decir, muchas veces impune y abusiva forma de expresarse, que las mismas otorgan a las gentes en la actualidad.

Por otro lado, cabe examinar otro fenómeno que ha venido a formar parte del comportamiento de las juventudes de hoy y que conforma el trasfondo contextual de la novela: una mordaz ridiculización de todo lo referente a ultratumba. La muerte inminente e inevitable a la que todos habremos de enfrentarnos en algún momento ha sido motivo de sentimientos de angustia, temor e incertidumbre entre los seres humanos a lo largo de los años. Sin embargo, una de las formas de rebelión que las nuevas generaciones han asumido como caballito de batalla es precisamente el coqueteo con la de la guadaña. Figuras de tumbas, cementerios, fantasmas, calaveras y otras formas icónicas de representar a la muerte se han convertido en objeto de un culto irreverente, descastado y casi que podríamos decir desafiante que, a nuestro real saber y entender, pareciera constituir un mecanismo de defensa con el que se intenta sobreponerse a ese soterrado terror que la idea del fin de la vida produce en todos nosotros.

Y es alrededor de ese sentimiento grandilocuente de retar a la muerte que se desarrolla la temática de la novela de Rawling. Un desenvolvimiento artístico fundamentado en seres del más allá, entre los cuales el corazón de un ser perverso que ha sobrevivido a la muerte de su portador y se ha tornado negro a causa de la maldad que abriga constituye la esencia de la historia, en la cual tienen lugar rencillas, desafectos y crimen, todo ello enmarcado en una constante de comunicación cibernética cuyos participantes se escudan en aliases y seudónimos para dar rienda suelta a sus emociones y desafueros.

Como puede suponerse, las cosas no se quedan en palabras sino que evolucionan a hechos diversos que afectan las vidas de quienes se hallan involucrados en la interacción. Y es aquí donde hemos de “leer entre líneas” y tratar de ir más allá de los simples eventos plasmados en la narración.

Desde nuestro punto de vista, uno de los propósitos de la temática planteada en la novela se relaciona con el efecto nocivo de un acceso descontrolado a todos esos elementos que ponen a nuestra disposición las redes sociales. La amenaza, la agresión y el matoneo que allí se dan tienen efectos destructivos en las vidas de los personajes, al igual que ocurre en las de los seres humanos de la vida real. La manifestación de conductas patológicas está a la orden del día y no falta quien dé rienda suelta a sus más oscuros sentimientos, en detrimento de otros, mucho de ello cobijado por el ambiguo manto del derecho a la libre expresión.

Por supuesto, no puede faltar la referencia a grupos de orientación fanática, que están a la orden del día en la actualidad. Abiertas manifestaciones de xenofobia y misoginia se entremezclan con diversas pasiones y sentimientos y la narración avanza por vericuetos de extremismo violento, que se pone de manifiesto principalmente a través de la red, mediante proclamas incendiarias o declaraciones puntuales tendientes a insultar, degradar o agredir. El lector se ve sumergido en una marea convulsa, aderezada por las transcripciones textuales de las comunicaciones que tienen lugar entre los diversos actores de la trama, cuyo crudo realismo viene a respaldar la que nos parece una evidente crítica a ese mundillo procaz que se ha instaurado en el contexto de nuestra realidad.

En medio de todo ello, la pareja de investigadores se mueve y corre riesgos absurdos que ponen en peligro su integridad y su vida, mientras intentan comprender y tratar de domeñar los sentimientos de atracción mutua que experimentan. Son, sin embargo, conscientes de que no pueden dar rienda suelta a los mismos porque ello induciría un cambio drástico en su relación, el cual podría afectar el balance que se han esforzado en mantener en la agencia. Y así, en medio de una emocionalidad a flor de piel, amén de los conflictos personales que los aquejan, transcurre la investigación que va sumergiendo a los lectores en un maremágnum de situaciones inesperadas y un cúmulo de personajes con características disímiles y vidas complicadas.

En resumen, la novela trae consigo diversos aspectos humanos y situacionales que se han planteado en títulos anteriores; nada demasiado distinto a lo que ocurre en otras sagas literarias o cinematográficas. Pero por primera vez se percibe una posición que podría asumirse como crítica, respecto de esa incontrovertible realidad del mundo de hoy, que son las redes sociales y el efecto que su uso indiscriminado está teniendo en la sociedad.

Es importante aclarar que no hay ningún indicio que sugiera la necesidad de ejercer algún tipo de control sobre este nuevo instrumento de comunicación que ha caído en nuestras manos. Es un hecho que coartar su uso constituiría una contradicción respecto a todos esos conceptos de libertad de expresión, libre desarrollo de la personalidad y demás. Rawling se limita a exponer de forma inclemente los sucesos, sus causas y sus consecuencias.

Algunas de estas últimas, según podemos percibirlo, están directamente relacionadas con una preocupación que surge de manera inevitable y casi espontánea: la de que tal vez ha llegado a nuestras manos una herramienta poderosa y multifuncional, para la cual no estábamos ni sicológica ni emocionalmente preparados. Así, hemos tenido que ir aprendiendo sobre la marcha respecto a su utilidad, su transformadora eficacia y también sus soterrados peligros. Tal como puede apreciarse en la novela, las redes sociales imponen una significativa modificación en las vidas de los personajes, varios de los cuales no logran salir incólumes de su poderosa influencia.

Por lo demás, el desenvolvimiento narrativo es ágil y variado, aunque el desarrollo de los acontecimientos transcurra de manera lenta. La caracterización de los detectives mantiene el esquema planteado en entregas anteriores y la descripción de los otros actores del drama suele darse a través de su comportamiento o de la mención que algunos hacen de los demás. No se nos oculta la crítica al extremismo ideológico, un matiz que parece adecuado al momento histórico que se vive en el mundo, con el resurgimiento de nacionalismos desmedidos que ya en el pasado fueron causa de tragedias sin cuento para cientos de seres humanos. Resulta por demás interesante la transición temática asumida por la señora Rawling, luego de su famosa saga de Harry Potter. Ignoramos si la nueva serie novelesca estará teniendo tanto éxito como aquella otra, pero ya hemos visto publicadas cinco entregas y correspondientes versiones cinematográficas con muy buena calidad actoral y una ambientación acorde con el contexto planteado en los textos. Cabe esperar que se mantenga la vena creativa y que podamos disfrutar de muchas otras situaciones intrigantes en las vidas de Strike y Ellacott, para deleite de los innumerables fans que, seguramente, han capturado alrededor del mundo.